En pleno corazón de la historia de Barranquilla, en el populoso y tradicional Barrio Abajo, la señora Adriana Záccaro nos cuenta emocionada lo que significa ser mamá y nos da un ejemplo para aprender y construir valores en una sociedad.
“Yo Soy feliz de haber sido madre, de haber sido abuela y de ser bisabuela, porque tengo 86 años y lógicamente me siento feliz de que Dios me permitió ver tanto y que toda mi familia yo la siento linda y bella, aunque no estamos ahora juntos”.
La señora Adriana nació en Barranquilla, Colombia. Es hija de un venezolano y una colombiana, sus abuelos eran italianos y luego de vivir casi 50 años en Venezuela, específicamente en la “tierra del sol amado”: Maracaibo, le tocó retornar nuevamente a su ciudad natal.
“Yo estoy rodeada de personas que me quieren, no sé si es que me lo he ganado o no sé si es que tengo una familia noble, que de paso quiero decirte, la construimos mi esposo y yo siempre juntos”, dice con orgullo y nostalgia ante la ausencia de su eterno amor Domingo “Mingo” Ortiz.
Risueña el mejor regalo que tiene es el de Dios y reza todos los días por la salud y el trabajo de toda su familia de seis hijos, 14 nietos y 12 bisnietos.
Un Rostro Caribe: ejemplo de perseverancia, valores y dedicación
“Una familia conlleva muchas cosas, porque hay momentos de problemas, hay momentos de alegría, hay momentos de satisfacción, entonces todo eso es lo que hace una familia o una gran familia”.
Záccaro es el Rostro Caribe de perseverancia, dedicación y a sus 86 años aprende el uso de la tecnología y sonríe por tener una familia de valores.
“Yo siempre he creído que uno nunca termina de aprender y que he tenido mis hijas, sobre todo mi hija Zulma, que es con la que vivo y me enseña, hay momentos en que yo le pregunto a ella porque los tiempos cambian, cuando uno es madre uno enseña a los hijos cuando están pequeños, pero cuando ya están grandes qué feliz se siente uno decir mi hijo me enseñó esto, mi nieta me mostró”.
Su piel blanca cubiertas de pecas y de arrugas denota la experiencia de una mujer que le gusta coser, tejer, bordar, leer, escribir y hasta coser zapatos.
Záccaro afirma que con el uso del celular “descubro algo porque me gusta investigar. A esta edad, tengo todavía logros, me siento competente”, dijo la doña que almacena los contactos en la libreta telefónica de acuerdo a la ubicación geográfica.
Ella es una mujer barranquillera, maracucha, italiana, sencillamente una mujer noble con más de ocho décadas de vida, con una calidad humana que brinda alegría, amor, sencillez y humildad.
“Ser madre es muy importante, pero ser madre significa tanto que, si me pusiera a explicarte ahora lo que yo siento por ser madre, bueno no terminaríamos”, así con fuerza, vehemencia y contenta la señora Záccaro, finalizó su testimonio de vida: “Yo soy una madre, una abuela y una bisabuela feliz”.
Por: Miguel Ángel González Tenias | Rostro Caribe
