En Barranquilla, donde el viento del Caribe abraza como si conociera las nostalgias ajenas, los migrantes venezolanos vivieron la Misa de la Solemnidad de La Chinita como quien sostiene un hilo luminoso que une el pasado con el presente. Ese hilo —frágil y fuerte a la vez— es la fe que no se rompe, aunque se extienda entre dos orillas y dos patrias.

Para muchos, este día fue más que una celebración; fue un regreso simbólico a casa. Como expresó Branda Molina, con la voz cargada de emoción y luciendo una colorida manta Guajira: “es una sensación muy hermosa reencontrarnos como familia y como venezolanos”.

Y así, entre cantos, gaitas y recuerdos, cada devoto fue una vela encendida que, aun lejos de Maracaibo, ilumina el mismo cielo que cobija a quienes quedaron atrás.
Porque migrar es aprender a construir raíces nuevas sin arrancar las antiguas; es llevar dentro una patria que late en cada oración y en cada nombre pronunciado con amor. En esta Misa de Solemnidad, La Chinita volvió a ser puente, abrazo y hogar para quienes viven entre dos mundos, pero siguen creyendo que la fe también puede ser un lugar al que siempre se vuelve.




Aunque la misa solemne estaba programada para las 6:30 p.m., los devotos comenzaron a llegar desde las 5:30 p.m., entre ellos venezolanos, colombianos, niños, jóvenes, mujeres y adultos que se congregaron para honrar a la “Reina Morena» en la Parroquia Chiquinquirá de Barranquilla.
Identidad, tradición y transformación de vida con La Chinita en Barranquilla

Durante la Eucaristía, el padre Javier Pulgarín ofició la misa pidiendo a la Virgen su protección para todos y bendijo a los migrantes que mantienen viva su fe lejos de casa. La misa se ofreció en acción de gracias por los devotos marabinos residentes en Barranquilla y por las familias venezolanas. También se elevó una oración especial por los 30 años de matrimonio de Leir José Pelia y Lisbis Gravos de Peña.


En su homilía, el sacerdote vinculó las lecturas bíblicas con la realidad migratoria. Recordó la historia de Eleazar, quien prefirió la muerte antes que renunciar a sus tradiciones, para enfatizar que los pueblos no deben perder su herencia cultural.
Dirigiéndose a los presentes, afirmó: “Ustedes pueden compartir muchas cosas con los barranquilleros, pero no olviden que son venezolanos. Amen su identidad y sus tradiciones” y advirtió que cuando un pueblo pierde su cultura, “se pierde a sí mismo”.

También reflexionó sobre el Evangelio de Zaqueo, explicando que la presencia de Jesús transforma la vida y conduce a un cambio profundo en las acciones, tal como ocurrió cuando Zaqueo decidió reparar el daño causado y compartir con los más necesitados.
‘Reina Morena, amor de mis amores, terruño de mi corazón’
El padre Pulgarín le cedió el microfono a Darcy Virginia Fernández, coordinadora general de la festividad para que expresara en nombre de la colonia venezolana. «Este día representa un legado que atraviesa generaciones. Son 316 años de tradición donde nuestros abuelos y nuestros padres nos enseñaron a amar nuestra tradición, a amar a La Chinita, a decirle ‘Reina Morena, amor de mis amores, terruño de mi corazón’, y tantas cosas que salen desde el alma”, expresó con profunda emoción.


Fernández destacó el valor de sentirse en familia, de encontrarse con nuevos rostros y agradecer a la parroquia por abrir sus puertas y compartir la celebración junto a los devotos colombianos que también honran a la Virgen. “Para nosotros estas fiestas representan mostrar el corazón venezolano, ese que va más allá de las necesidades y que está lleno de amor por la Santísima Virgen María, patrona de Colombia y patrona del Zulia”, afirmó.
Con gratitud, añadió: “Gracias por recibirnos, por acompañarnos, por hacernos sentir en casa y por darnos tanto cariño para seguir celebrando nuestra tradición. ¡Que viva la Virgen!”




La Chinita: Devoción mariana y peticiones por Venezuela
La celebración ya es una tradición para muchos. Para Eduardo León, maracucho, esta fue su octava participación fuera de Maracaibo. Señaló que asistir año tras año es “una experiencia única y especial que mantiene viva la devoción”. Así, Barranquilla se une a esta festividad para honrar a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá.
La devoción a La Chinita tiene un profundo significado para los asistentes. Sonia María Pérez, oriunda de Caracas, recordó que la Virgen le concedió una hija “hace exactamente 38 años, un día como hoy”.
Por su parte, Kelvin José Bracho Aguilar, de Maracaibo, afirmó que acompaña a la Virgen cada año, brindando su apoyo al evento “sin importar la distancia ni el desarraigo”.



La ex Miss Mundo Pilín León destacó que la Virgen María, en cualquiera de sus advocaciones, es la madre de todos, pero que La Chinita, siendo una “Virgen alegre y cercana al pueblo zuliano”, ha unido a los venezolanos en el exterior.
Las peticiones de este año estuvieron enfocadas en la situación del país. Los devotos oraron para que la Virgen “devuelva la paz, la democracia, la salud y la educación a Venezuela”.


La celebración también tiene un significado especial en Barranquilla, ya que la Virgen de Chiquinquirá es patrona de Colombia. Javier, integrante del grupo Mariano, recordó que llevan siete años acompañando esta festividad, destacando que “colombianos y venezolanos caminamos juntos como hermanos”.




Peticiones por Venezuela y fraternidad colombo-venezolana
Las peticiones dirigidas a la Virgen estuvieron centradas en Venezuela. Con fervor y esperanza, la comunidad pidió por la paz, la democracia, el bienestar social y la recuperación del país.
Javier, del grupo Mariano, reiteró la importancia de seguir trabajando juntos: “Apoyamos esta festividad desde hace siete años. Esto nos une como hermanos, más allá de las fronteras”.

Gracias a todos los que han brindado su apoyo a esta festividad, que confirmó una vez más que en Barranquilla “suena la Gaita zuliana con fuerza y sentimiento”, reforzando el vínculo cultural que mantiene viva esta tradición.
Somos Rostro Caribe y La Chinita en Barranquilla.






