Derlín Escorcia tiene 16 años y habla con la convicción de quien aprendió temprano que el cambio no llega solo. “Lo que queremos es que más jóvenes se sumen”, dice, mientras explica cómo, desde su comunidad en Villa Selene, han empezado a usar la comunicación para transformar su realidad. A su lado, Nevis Muñoz asiente: “hoy ya no nos da miedo la cámara. Sabemos contar lo que pasa aquí”.

Ambas hacen parte del programa de la Red de Comunicadores Comunitarios (REDCOM), un proceso de formación impartido por el equipo de Rostro Caribe, con el apoyo de ACNUR y la Corporación Opción Legal, que ha fortalecido las capacidades comunicativas y de liderazgo en Villa Selene. Desde allí, jóvenes y adultos han aprendido a usar la palabra, la imagen y los medios digitales como herramientas de participación y transformación social.
La comunidad Villa Selene, en el municipio Soledad, departamento Atlántico en Colombia, no aparece en los mapas turísticos ni en las postales del Caribe.

Es un barrio construido desde la necesidad, nacido en 1998 sobre terrenos donados y reconocido legalmente más de una década después, en 2010. Desde entonces, ha sido refugio para quienes llegan huyendo del conflicto, regresando del exilio o buscando una oportunidad.

Un territorio marcado por la acogida y la vulnerabilidad
Aquí viven más de 7.288 personas. El 30 % son desplazadas por la violencia, el 50 % colombianos retornados desde Venezuela y el 20 % población migrante y refugiada. La mitad del barrio son niños, niñas y adolescentes que crecen entre calles sin pavimentar, conexiones eléctricas improvisadas y arroyos que se desbordan cuando llueve.
A pesar de su capacidad solidaria, Villa Selene enfrenta serios problemas. Por un lado, el diagnóstico habitacional revela que cerca de 400 viviendas están pendientes de completar el proceso de legalización, y la electricidad opera con conexiones formales e informales que generan averías.

Por otro lado, la seguridad y la protección son prioridades críticas. Esto es así porque se han identificado riesgos por violencia de género, explotación sexual y el intercambio de sexo como mecanismos de supervivencia, situación que se ha intensificado a lo largo del año 2025.
Adicionalmente, el entorno ambiental está amenazado, ya que las lluvias generan arroyos que afectan viviendas, y el manejo ineficiente de desechos sólidos y aguas residuales crea riesgos para la salubridad. Pero en Villa Selene, la respuesta no ha sido la resignación. La comunidad entendió que, para cambiar su realidad, debía organizarse y construir acuerdos colectivos.
El Plan de Acción Comunitario: la organización y el futuro compartido
Andrés Rodríguez, presidente de la Juan de Acción Comunal resaltó el ejercicio formativo que tuvieron en eel 2025, el cual permitió realizar el Plan de Acción Comunitario, una hoja de ruta escrita desde la experiencia cotidiana del territorio. No es un documento técnico distante, sino un reflejo de las prioridades de quienes habitan el barrio y de su deseo de vivir sin miedo y con dignidad.

Rodríguez asegura que mientras las instituciones tardan, la comunidad actúa. Se organizan para recoger la basura, hacen aportes semanales, empujan el carro de mula que limpia las calles.
«Hemos tenido capacitaciones, y formaciones para aprender a usar la comunicación como herramienta de cambio. Con el acompañamiento del equipo de ACNUR, Corporación Opción Legal y Rostro Caribe, el liderazgo comunitario se ha fortalecido y la participación ha ganado nuevas voces», dijo el líder comunitario.

Este proceso ha tenido, además, un impacto profundo en la convivencia. Los espacios de formación y encuentro han permitido el intercambio de experiencias entre comunidades y poblaciones migrantes, fortaleciendo la empatía y el reconocimiento mutuo. Como lo expresó uno de los participantes, aprender a interactuar y a llegar a las comunidades de manera respetuosa y aceptada ha sido uno de los mayores aprendizajes del proceso.
“Lo más bonito ha sido compartir con otras comunidades y con nuestros migrantes”, añadió Rodríguez. Aprender a escuchar, a convivir y a reconocerse en el otro se ha convertido en parte esencial del camino colectivo.
Claves del Plan de Acción Comunitario de Villa Selene

La comunidad de Villa Selene muestra uno de los logros más positivos del año 2025 como lo es e Plan de Acción Comunitario que se logró gracias a la organización comunitaria y el acompañamiento de ACNUR y Opción Legal.
¿Para qué sirve?
• Organiza y prioriza las necesidades del barrio.
• Fortalece la cohesión social y la convivencia.
• Reduce riesgos de protección para población vulnerable.
• Orienta acciones comunitarias a corto, mediano y largo plazo.
• Facilita el diálogo con instituciones y cooperación.
¿Cómo se construyó?
• Mediante diagnósticos comunitarios participativos.
• A través de talleres y encuentros con líderes, jóvenes, mujeres y población migrante.
• Con análisis colectivo de riesgos, capacidades y soluciones.
• Priorizando acciones desde la voz de la comunidad.
¿Cuál es el producto final?
• Un Plan de Acción Comunitario consensuado.
• Una hoja de ruta para la organización comunitaria.
• Un documento base para incidencia y alianzas.
• Un insumo para procesos de liderazgo y comunicación comunitaria.

Villa Selene mira hacia el 2034 como un horizonte posible: un barrio en paz, con servicios dignos y derechos garantizados. Pero el futuro no es solo una promesa. Está ocurriendo ahora, en la voz firme de Derlín, en la seguridad de Nevis frente a una cámara y en cada decisión colectiva que demuestra que, incluso en medio de la vulnerabilidad, una comunidad organizada puede construir su propio camino.






