Cada 28 de enero, el corazón de los zulianos late al ritmo de la gaita y el repique de tambores que evocan el alma de una tierra bañada por el sol y la brisa del lago. El Día de la Zulianidad es más que una fecha, es un homenaje a la esencia de un pueblo cuya identidad se forja entre la historia, la poesía y la gastronomía que enorgullece a sus hijos dentro y fuera de sus fronteras.
¿Por qué se celebra el Día de la Zulianidad?
Esta celebración fue instaurada en 2002 para conmemorar el 28 de enero de 1821, fecha en la que la provincia de Maracaibo declaró su independencia del dominio español, convirtiéndose en una de las primeras en dar un paso firme hacia la libertad de Venezuela. Este hecho marcó la historia del Zulia como una tierra de lucha, determinación y orgullo, valores que siguen vigentes en sus habitantes.
El alma zuliana en cada rincón
“El Zulia es cuna de hospitalidad, de voces que cantan con el alma y de manos que trabajan con pasión. Ser zuliano es llevar en la piel el reflejo del Catatumbo y en el corazón el aroma del plátano frito y la mandoca”, expresa José Ramírez, un marabino radicado en el exterior que cada 28 de enero revive con nostalgia sus raíces.
Desde los palafitos de Santa Rosa de Agua hasta las extensas llanuras del Sur del Lago, el Zulia es un mosaico de paisajes y tradiciones. La Virgen de Chiquinquirá, la “Chinita”, es el faro espiritual de su gente, venerada en cada rincón con fervor y devoción. El majestuoso puente sobre el Lago de Maracaibo, con su imponente estructura, se erige como símbolo de unión y progreso, mientras que el imponente relámpago del Catatumbo ilumina las noches zulianas con su espectáculo inigualable.
La gaita: voz y sentimiento de un pueblo
La gaita, canto ancestral de protesta y alegría, resuena en cada hogar, en cada plaza, en cada memoria que atesora la dulzura de una tierra que abraza con calidez. “El zuliano no olvida su origen, porque ser zuliano es una herencia de alegría, fuerza y resistencia”, comenta Ana Méndez, orgullosa habitante de Cabimas.
La zulianidad se siente en cada palabra, en cada sabor y en cada nota de un cuatro que acompaña la tradición. Es la celebración de un pueblo indomable, que sigue escribiendo su historia con el brillo del sol en su frente y el amor por su tierra en el alma.